Disfruta de Nuquí, paraíso entre la selva y el mar

Nuquí

Un recorrido por los tesoros naturales de Nuquí. Este destino del Pacífico colombiano enamora con sus playas vírgenes, gastronomía y selvas.

No. Nuquí no es para todo el mundo. La señal de internet  y de teléfono son casi un milagro cuando aparecen. Los hoteles no tienen aire acondicionado y no ofrecen planes todo incluido con fiestas nocturnas y entusiastas recreacionistas. Hay mosquitos. El mar se puede alborotar y es posible que la lancha se demore en salir. De repente llueve y todo se pone gris. De repente sale el sol y el cielo se despeja esplendoroso. ¿Y entonces, si no es un destino aparentemente perfecto y carece de todas esas comodidades, para qué ir?

«Para volver a lo esencial, para conectarse con la vida pura y con uno mismo, y para disfrutar de uno de los destinos más bonitos y auténticos de Colombia”, dice el holandés Joel Brounen, quien ha venido nueve veces a Nuquí. Sí. Nueve. Y –dice– nunca dejará de venir mientras pueda.

La mayoría de visitantes a este destino chocoano, ubicado entre la selva y el océano Pacífico, son extranjeros como la española Ziza Carla Palanques: “Respiro hondo cada vez que pienso en Nuquí. Solo sé que me fui necesitando volver y que, cuando mi cotidianidad me asfixia, cierro los ojos y vuelvo a Nuquí para ser feliz”. Así este paraíso salvaje e impredecible, de playas largas y amplias de arena morena y suave –bañadas por un mar que se mueve entre el verde y el azul– que por fortuna no han sido invadidas por el turismo masivo ni por los vendedores ambulantes. Uno camina por estos 45 kilómetros de playas del Pacífico colombiano y se siente en su paraíso personal.

Un lugar donde la comunidad ha entendido que el turismo es la mejor herramienta para superar la pobreza y la violencia, y que recientemente recibió un impulso del Gobierno Nacional para reforzar la seguridad y garantizar la tranquilidad de los visitantes y donde se celebran por estos días dos grandes eventos.

Uno de ellos es el Festival de la Migración, que les rinde tributo a las ballenas jorobadas que atraviesan más de ocho mil kilómetros desde el Polo Sur para aparearse y parir sus crías en estas aguas; y también a otras especies migratorias como tortugas y pájaros. El otro evento es el Encuentro Nacional de Turismo Comunitario, que se llevará cabo entre el 30 de agosto y el primero de septiembre, y que reunirá experiencias turísticas de todas las regiones del país.

Y a comienzos del presente mes de agosto, en el corregimiento de Coquí, se llevó a cabo el festival gastronómico Siembra Negro Pacífico, en el que participaron chefs de todo el país que se integraron con las cocineras nuquiceñas para compartir experiencias.  Este evento, que nació en el 2015, por iniciativa del Ministerio de Comercio, Industria y Turismo, busca preservar la cocina y los ingredientes ancestrales del Pacífico, generar procesos de innovación en la preparación de los platos y consolidar a Coquí como destino gastronómico de la región.

Desde la capital antioqueña vuelan las aerolíneas San Germán y Searca, otra opción, si el viaje ya está muy encima, es volar hacia Bahía Solano y desde allí moverse en lancha hacia Nuquí, no sin dejar de darse un paseo por este municipio chocoano y por las playas de El Valle, uno de sus corregimientos.

Al pisar suelo de Nuquí es clave saber que las playas más bonitas y los atractivos turísticos quedan fuera del casco urbano. En el aeropuerto hay un punto de información donde dan toda la asesoría del caso, pero aquí van unos consejos.

En aguas de Nuquí sobrevive la tradición de los nativos que practican la pesca artesanal, armados de un nailon y un anzuelo.

Para llegar a Guachalito (o a cualquiera de las playas y corregimientos vecinos, donde suele comenzar el recorrido) la opción más económica es la lancha o transportadora pública que sale de lunes a sábado desde Nuquí a la 1 p. m. rumbo a la zona sur.

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El trayecto dura entre media hora y 45 minutos, dependiendo de la marea, y cuesta $ 30.000. Y el regreso de la zona sur también es de lunes a sábado a las 7 de la mañana. En el hotel donde se hospeden les colaboran con el contacto para que lo recojan a su regreso en la transportadora.

Si el tema de la lancha pública se complica, es clave saber que los hoteles también ofrecen los servicios de traslado y se ajustan a los vuelos, y así todo resultará más tranquilo. Por eso es clave reservar el alojamiento antes de viajar. De hecho, los hoteles también ofrecen las excursiones y salidas a ver ballenas y otros planes. Quienes quieran dormir en el casco urbano de Nuquí, que también es una opción, pueden tomar excursiones hacia los sitios de interés.

Caminar entre playas

Independientemente del hotel donde se aloje en la zona sur de Nuquí, donde están las playas más bellas, es clave saber que todas son vecinas y que se dejan caminar y disfrutar muy fácilmente. Y todas ofrecen ese escenario fascinante de selva y mar.

Una excursión imperdible puede comenzar desde Guachalito pasando por Terco, Terquito y Piedra Piedra, para llegar al corregimiento de Termales. Es una entretenida caminata en la que se disfruta del sol y del paisaje, y donde sorprenden los esteros y riachuelos que brotan de la selva y rompen la playa buscando su camino rumbo al océano. Es fundamental ir con guías locales, que pueden hacer desvíos para explorar cascadas, senderos y otros secretos de la selva; y sobre todo, que evitarán cualquier extravío. De Guachalito a Termales el recorrido, sin afanes, puede tardar unas dos horas. Los termales ubicados allí le dan el nombre a la zona.

Hay que entrar al pueblo y contemplar las casitas de colores adornadas con cortinas armadas con materiales reciclables, hasta llegar a las piscinas termales que le dan el nombre al lugar. Son azules y calienticas, y les atribuyen facultades medicinales. Al lado, corre plácido un río. Las termales hacen parte de un spa en madera en medio de la selva, donde ofrecen masajes y otros tratamientos.

Utría, la vida pura

La ensenada de Utría es uno de los lugares más bellos y tranquilos de Colombia. Hace parte del parque nacional natural del mismo nombre y, en pocas palabras, es el mar sin olas. Aquí, en la zona norte de Nuquí –a unos 50 minutos del casco urbano en lancha–, muy cerca de Bahía Solano, la selva encierra al océano en forma de U. Y por eso el mar se mueve poco y parece un lago verde esmeralda que brilla con el sol. De hecho, por la profundidad y calidez de sus aguas, Utría es conocida como la sala de partos de las ballenas yubartas. Por eso todo el significado de vida que transmite el lugar.

“En Utría los sentidos se agudizan. Es un sitio donde te das cuenta de que el universo es generoso. Aquí llegan los espíritus que están preparados, porque Utría no es para todo el mundo”, dice Josefina Klinger, presidenta de la organización comunitaria Mano Cambiada y gestora del ecoturismo en Nuquí. Uno no se cansa de contemplar la belleza de la ensenada. Pero hay que meterse a ella y nadar –con precauciones– o recorrerla en kayak. Y hay que caminar por el manglar Estero Grande, que se deja recorrer en una plataforma de madera de 800 metros y donde se ven diferentes tipos de mangle, pájaros, monos y cangrejos. En las noches, dependiendo del clima, es posible ver el espectáculo del plancton bioluminiscente: esos organismos unicelulares que, al entrar en contacto con el oxígeno, se iluminan de blanco y azul. Y parecen luciérnagas dentro del mar.

Utría se puede visitar en plan pasadía, aunque lo más recomendable es dormir allí, en unas cabañas y otros servicios de lujo verde que son el mejor ejemplo, en Colombia, en turismo de naturaleza dentro de un área protegida. Utría, como todo en Nuquí, es un paraíso mágico y salvaje.

Pesca deportiva

Uno de los nuevos atractivos de Nuquí es la pesca deportiva profesional. Un servicio que ofrece el ecohotel Piedra Piedra, a cargo de su administrador, Víctor Quintero. Un ingeniero boyacense que se cansó del trabajo de oficina y se fue para el Pacífico a hacer lo que más le gusta: pescar. Estas aguas, dice Quintero, son ideales para la práctica de esta actividad, debido a la cantidad y variedad de especies, y a las condiciones del mar. Los viajeros también pueden ver en acción a los delfines.

El destino incluso fue el escenario de una de las canciones más sonadas de la agrupación colombiana ChocQuibTown.

Río arriba en Joví

En el sur de Nuquí queda el caserío de Joví, donde el principal atractivo es un recorrido por el río Joví, que se hace en botes de madera impulsados por palancas. Los guías de la asociación Pichindé, dueños de una fuerza brutal, impulsan los botes contra la corriente durante 45 minutos mientras los viajeros disfrutan de las aguas cristalinas del río y de toda la vegetación que lo rodea. El recorrido termina en la cascada La Chontadura, cuyos chorros ofrecen un refrescante masaje en la espalda.

Los sabores de Coquí

Bien se sabe que la cocina del Pacífico es exquisita. En Nuquí se come muy bien, en general, pero hay un pueblito, en particular, que se está convirtiendo en destino gastronómico. Se llama Coquí es un pueblito de cocineras que enamoran con sus delicias, basadas en pescados frescos y mariscos. El restaurante de Cruz Martínez es el más famoso. Y después de semejante merienda vale la pena hacer un tranquilo recorrido, en canoa, por el manglar de Coquí. Y también por la ruta de la vainilla, que por años fue usada como perfume y ahora se usa para repostería.

Por: José Alberto Mojica Patiño, El Tiempo.

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