El curioso origen de los nombres de los pueblos de Antioquia

Jericó

Pueden pasar inadvertidos para algunas personas, no tener importancia, para otras, convertirse en “paisaje” para unas más, pero los nombres asignados a ciudades y pueblos cuentan parte de su historia e, incluso, contribuyen a forjar el carácter de sus habitantes, así para muchos no sea tan claro por qué y quién decidió bautizarlos de esa manera.

Unos ejemplos: Jericó, Tarso, Betulia y Betania, reciben sus nombres de ciudades del Medio Oriente que está relacionada con el contexto bíblico y la expansión del cristianismo. Según los lingüistas Álvaro Eduardo Cano y Carlos Alberto Castrillón, los españoles trajeron los nombres de esas ciudades a América para continuar su lucha contra el islam.

También hay pueblos que “se robaron” el nombre de la geografía europea (como Venecia, que en nada se parece a la de Italia, o Támesis, que se llama igual que el río que atraviesa Londres), de España (ahí están Zaragoza, Medellín y otros cinco municipios) e incluso de ciudades americanas (como Angelópolis, el primer nombre que recibió Puebla, en el centro de México).

Un gran porcentaje de pueblos antioqueños recibió su nombre por algún conquistador español, un político o militar ilustre o un cacique indígena de la época de la Conquista. En total son 32, que corresponden al 25,6 % de municipios. Un ejemplo es Bello, que se llama así por el poeta, político y filósofo Andrés Bello, y Marinilla, Guatapé, Urrao e Itagüí, que recibieron su nombre por los caciques que mandaban en esas tierras cuando llegaron los europeos.

Otros pueblos toman sus nombres de la geografía (como Entrerríos y El Peñol), de las plantas (como Yarumal y Arboletes) e incluso, de los animales (como Abejorral y El Bagre). También hay otros con alusiones religiosas: Santuario, San Rafael, San Roque o Santa Bárbara.

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Más de un 90 % de los nombres de las ciudades antioqueñas tienen un origen claro, pero hay 11 municipios, como La Pintada, Sonsón, Abriaquí, El Retiro, Frontino y La Estrella, que son un quebradero de cabeza para los lingüistas e historiadores.

Armenia Mantequilla

En teoría se llama Armenia, a secas, pero todos insisten en agregarle el “Mantequilla”. Hasta 1875, los habitantes de esas tierras fértiles y faldudas del Occidente antioqueño llamaron La Mantequilla a su pueblo, por la cantidad de árboles de yarumo de hojas blancas que cubrían el alto, y que de lejos parecían bolas de ese alimento.

El 2 de agosto de ese año, el secretario de Gobierno del Estado, Baltasar Botero Uribe, presentó un proyecto para erigir a La Mantequilla como un distrito y cambiarle el nombre por Armenia, un país ubicado en Asia y que esta relacionado con la leyenda bíblica de Noé. Aún así, a nadie se le olvidó el origen “grasoso” del pueblo y, hasta el sol de hoy, los armenios de Antioquia son llamados “mantequillos”.

Sopetrán

No se trata de una empresa de transporte, como algunos podrían pensar, es el nombre que recibe a la que se la conoce como la tierra de las frutas en Antioquia.

A Sopetrán no se le bautizó así por un cacique de la región, como lo afirmó el historiador Álvaro Restrepo en 1903, sino que es un homenaje a la ermita de Sancta Maria Supra Petram, o en español, Santa María sobre la Piedra que, popularmente, por su pronunciación, pasó a ser conocida como Nuestra Señora de Sopetrán.

La historia cuenta que cuando al gobernador Diego Radillo de Arce (1679-1685) se le enfermó su hija, en su aflicción se encomendó a esta Virgen y prometió traer su imagen desde España. La que los sopetraneños guardan aún con cariño en su iglesia es la promesa cumplida del mandatario. El santuario del cual se origina el nombre del municipio antioqueño está ubicado en la población española de Hita.

Con información de El Colombiano

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